Al tucumano Fernando Magan y a su esposa Carina Trotten la crisis económica de 2001 en Argentina los empujó a buscar estabilidad laboral en Bélgica. Se instalaron en el pueblo de Trotteyn, de 9.000 habitantes, hace 15 años, en donde vivían con tranquilidad. Pero hasta hoy, cuando ese país despertó con tres explosiones en el aeropuerto de Bruselas y en la estación del metro.
En diálogo con LA GACETA, Fernando, de 51 años, contó que la ciudad está ubicada 90 kilómetros al norte del lugar en donde fueron las explosiones. "Trabajo en una empresa en donde se fabrican partes de vehículos para la firma Volvo. Apenas nos esteramos, primero por la radio y luego por las redes sociales, el ambiente se puso raro en la planta porque muchos compañeros son árabes, de orígen saudí".
Explicó que se generó un clima de tensión que comenzó a distenderse cuando los compañeros comenzaron a hablar sobre lo que había sucedido y a aclarar que no estaban de acuerdo con la violencia. "El musulmán está muy arraigado en la cultura de Bélgica, son numerosos y hasta hay carteles de negocios escritos en el idioma propio. Eso provoca que cada vez que suceden estos hechos tremendos, como el de Francia, se sienten observados y eso genera tensiones", explicó.
Fernando y Carina tienen tres hijos, de ocho, 11 y 16 años. La mayor, Florencia, fue la que más se preocupó en cuanto supo de los atentados. "Me llamó asustada y me preguntó qué pensaba. Le advertí que era algo que podía suceder pero traté de tranquilizarla, sobre todo. Me contó que estaba en clases cuando les llegó la información y desde ese momento sólo se habló de este tema en su curso", contó.
Para este tucumano hubo varias señales sobre la gravedad de lo que había sucedido. "Además de las cifras de muertos y heridos, desde el Gobierno se pidió a los ciudadanos salir a la calle sólo por lo estrictamente necesario, el transporte público se paralizó y los chicos fueron retenidos en las escuelas y colegios. Por lo general, los mandan a casa a almorzar pero esta vez, decidieron hacer ocho horas continuadas hasta que la situación se calmara".
Ciudad blindada
Fernando explicó que desde los atentados en Francia, en noviembre del año pasado, el país no abandonó el estado de alerta nivel dos . "Sin embargo, Bruselas era el lugar en donde más se hacía evidente porque en sus calles es común ver vehículos del Ejército y soldados con armas largas en los espacios públicos. Todo muy raro pero nos acostumbramos. Imagino que de aquí en más las cosas irán a cambiar un poco más. Nadie esperaba esto, fue tremendo, doloroso".